domingo, 14 de marzo de 2010

MIGUEL DELIBES HA MUERTO. EL HOMBRE REGRESA CON EL AUTOR



Hoy, 12 de marzo de 2010, es un día triste para todos los que disfrutamos escribiendo y amamos la literatura. El maestro se ha ido aunque todos sabemos que seguirá con nosotros a través de las páginas de sus libros, parte de su propia biografía, como La sombra del Ciprés es alargada, Cinco horas con Mario, El Camino o Los Santos Inocentes.
Pero su valía la sabemos todos y yo quisiera destacar otra cosa, para mí igual de importante, su calidad humana.

El maestro, el escritor inigualable que sin grandes retóricas ni aspavientos literarios, conmovía a sus lectores con un lenguaje cuidado, elegante y con un sentido del humor propio que siempre dijo con palabras lo que pensaba y sentía; pero a la vez, hablaba de forma llana con quienes se acercaban a él convirtiendo esos momentos en inolvidables y, siempre, respondía a las cartas que le escribían quienes le admiraban, y que le hacían llegar al periódico.

Como ejemplo, las hermosas palabras que escribió dirigidas a la Asociación de Escritores Noveles cuando le invitamos a la presentación de la Delegación de la AEN en Valladolid, febrero del 2008, y a la que ya no pudo asistir. La carta, firmada por el propio autor, decía así:


Estimados amigos:

Me alegra la noticia que dais: los escritores noveles unidos no dejan de ser una fuerza. Se animan entre sí, se acompañan. En los años 40, yo escribí en Valladolid más solo que la una ¡Cuánto hubiera deseado unos compañeros!

Lamento no poder estar con vosotros el 12 de febrero en el acto de presentación de la Asociación en Valladolid pero os apoyo y os deseo muchos éxitos.
Un cordial saludo

Su firma.



Creo que sobran las palabras, la AEN siente la gran pérdida que hoy hemos sufrido en la literatura.


lunes, 8 de marzo de 2010

AUTOPSIA DE MI VIDA

Éste es el titulo de una obra altamente recomendable. Aunque el titulo puede dar origen a alguna confusión, lo cierto es que no es así. Estamos ante un obra altamente humanista, limpia de artilugios rebuscados, alejada de cualquier atisbo de narcicismo y de vanidad.

Se trata de unas memorias al hilo de la más reciente historia de nuestro país, vista a través de los ojos de un econocido y prestigioso psiquiatra forense, José Ántonio García-Andrade.  Una vida consagrada a la Medicina y, por consiguiente, al ser humano.

Un libro de fácil y atractiva lectura en el que a través de sus páginas se descubre a un ser humano que durante más de cuarenta años hizo de la Forensúa y de la Medicina Legal algo más que un modus vivendí. Más de cuatro mil autopsias dan para este libro y para otros tantos miles como éste.


jueves, 4 de marzo de 2010

COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA

Para todos aquellos que no pudísteis estar presentes en la sesión de ayer, abrimos este post con la intención de recibir vuestros comentarios.
Sois muchos los que utilizais el soporte de internet por encontraros fuera de Asturias o simplemente por comodidad, y para vosotros se abre el turno de discusión que los asistentes cerramos ayer en el acto presencial.
Todas vuestras opiniones serán bienvenidas y nos ayudarán a comprender el profundidad aspectos de la obra que nos han pasado por alto o no nos dio tiempo ayer a comentar.

CARMEN LAFORET




(Barcelona, 1921 – Madrid, 2004) Escritora española. Carmen Laforet Díaz nació en Barcelona el 6 de septiembre de 1921, si bien con dos años de edad se trasladó con su familia a las islas Canarias. A los dieciocho años, una vez finalizados los estudios de bachiller, decidió regresar a Barcelona para estudiar las carreras de filosofía y letras y derecho, si bien no acabó ninguna de las dos. Poco satisfecha de su paso por la universidad, cuando contaba veintiún años se fue a vivir a Madrid.


En Madrid conocería al periodista y crítico literario Manuel Cerezales, quien la animó para que prosiguiera con sus recién iniciados pinitos literarios. Fue sólo dos años más tarde, en 1944, cuando su vida daría un vuelco inesperado al presentar su novela Nada al recién creado Premio Nadal, otorgado por Ediciones Destino.
Aunque entre otros competidores por el premio estaba un escritor de sólida trayectoria como el periodista César González Ruano, el jurado prefirió apostar por la joven desconocida. Su imagen apareció en la prensa del país, que la aclamaba como toda una revelación literaria. Y así fue, porque Nada se reimprimió hasta tres veces el mismo año de su publicación.
Transcurridos dos años desde su triunfo literario, su vida privada también cambió positivamente cuando contrajo matrimonio con Manuel Cerezales, del que tendría cinco hijos, dos de ellos escritores, Cristina y Agustín.

Consagrada ya como una de las mejores narradoras de la realidad española de la época, los años que siguieron fueron intensos. En 1948 la Real Academia Española la distinguió con el Premio Fastenrath por su primera novela, mientras ella seguía escribiendo sin cesar cuentos y artículos periodísticos. Durante las décadas de los cincuenta y los sesenta Laforet saboreó las mieles del éxito.

Su producción literaria tuvo en ese período tres hitos, las novelas que siguieron a Nada. En 1952 publicó La isla y los demonios, donde evocaba los años de su infancia y adolescencia en Canarias. Tres años después vio la luz La mujer nueva, un título que podría ser la definición de su vida en esta época, pero que era en realidad el relato de su «reconversión» al catolicismo tras unos años de agnosticismo. Esta novela fue la ganadora del Premio Menorca de Novela y al año siguiente le valió a su autora el Premio Nacional de Literatura otorgado por el Ministerio de Cultura, aunque también más de un problema con la censura eclesiástica. En 1963 su creciente prestigio hizo que Editorial Planeta se interesara por su obra y publicara La insolación, prevista como la primera entrega de una trilogía titulada Tres pasos fuera del tiempo.
Durante unos años más siguió publicando relatos cortos, artículos y hasta un libro de viajes en 1967 (Paralelo 35). Pero la buena estrella que la había acompañado hasta entonces empezó a apagarse. La década de los setenta estuvo marcada por sus frecuentes depresiones, la separación de su marido y un rechazo cada vez mayor de la vida pública.

Nunca dejó de escribir, pero sus obras iban quedando incompletas, a veces olvidadas, porque su afán de perfeccionismo se convirtió en una obsesión. Después de mucho tiempo siendo objeto de admiración por parte de sus lectores, las dificultades económicas, las envidias y rencillas de los círculos literarios, así como un ambiente politicosocial en el que se sentía extraña, la fueron llevando a un retiro voluntario.
Precisamente de las razones de su aislamiento y búsqueda de la intimidad habla Puedo contar contigo, una colección de cartas cruzadas con su amigo Ramón J. Sender, al que conoció en 1965 durante su viaje a Estados Unidos, invitada por el Departamento de Estado. La recopilación y edición de los textos la realizó su hija Cristina Cerezales en 2003. A medida que pasaban los años, la memoria de la fértil escritora se debilitaba y su salud física menguaba. Finalmente, derrotada por el Alzheimer, falleció el 28 de febrero de 2004.
A pesar de que dos años antes de morir su nombre sonó como candidata al Premio Príncipe de Asturias de las Letras, su mejor recompensa durante las últimas décadas fue el favor del público, que no la olvidó y que hizo posible las continuas reimpresiones de Nada. Recientemente, Ediciones Destino decidió rescatar su obra completa con un plan de edición de dos libros al año y la paulatina traducción al inglés de sus textos. Forma parte destacada de este plan la publicación de Al volver la esquina, una novela inédita. Escrita en la década de los setenta a manera de diario en torno a un maduro pintor bohemio, correspondería a la segunda entrega de la triología iniciada con La insolación.
Carmen Laforet, la mujer frágil, tímida y huidiza, que a veces se confunde con la protagonista de la novela que le dio la fama, supo conquistar un puesto destacado junto a colegas de su generación como Camilo José Cela, Antonio Buero Vallejo o Miguel Delibes, quien la definió muy acertadamente como «la mujer nueva cuando apenas había mujeres en la literatura». En efecto, Carmen Laforet, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite y Josefina Aldecoa fueron algunos de los pocos nombres femeninos que desafiaron el oscuro papel reservado a la mujer en la España franquista.




Extinguido el fulgor de la Generación del 27 y con un gran número de escritores víctimas de la guerra o en el doloroso exilio, la generación de posguerra abría caminos nuevos a las letras. Pronto Carmen Laforet logró el respeto y la admiración de sus contemporáneos, como Juan Ramón Jimenez, el cual, glosando la obra maestra de la escritora, hablaba de «la belleza tan humana de este libro que se nutre hoja tras hoja de la sustancia propia de la escritura».



Algunos críticos posteriores en el tiempo han querido ver en Nada una obra comparable a Cumbres borrascosas de Emily Brontë. Por su parte, Otero Barral, editor de Laforet, se refería, con motivo del fallecimiento de la autora, a su «talento inconmensurable» y no dudaba en equipararla a Virginia Woolf por su modernidad como mujer. En cualquier caso, Nada sería -tras El Quijote, La familia de Pascual Duarte o Cien años de soledad- una de las novelas en lengua española más traducida de todos los tiempos.

NADA





Carmen Laforet publicó el libro con 23 años. Se trataba de su primera obra y ese mismo año fue galardonada con el Premio Nadal, hecho que la consagró y la convirtió en una de las mayores promesas de la literatura española de la época.
“Nada cuenta la historia de las personas que rodean a Andrea, entre octubre de 1939 y septiembre de 1940, durante su único curso académico en Barcelona. Esas personas se agrupan en torno a dos núcleos espaciales, la casa familiar en la calle Aribau, cerrado, lúgubre y decrépito, y el de la Universidad y sus amigos, abierto, liberador y juvenil.

Los familiares de Andrea están sumidos en una ruina económica, aquel piso actúa a modo de prisión. Los amigos y compañeros universitarios son mucho más expansivos y sus vidas se desarrollan en la vía Layetana, donde vive Ena y su familia, en la playa, en la montaña ,en la calle Montcada, donde tiene el estudio Guíxols o en la mansión burguesa de Pons.
El piso de Aribau representa el pasado, es un jirón del tiempo de la guerra reciente y Andrea as sus dieciocho años es un testigo mudo de lo que allí sucede. La Universidad y sobre todo, su amiga Ena, representan el futuro, un cambio de vida, que Andrea creía que iba a realizar con este viaje a Barcelona y este cambio no se producirá hasta el año siguiente, cuando su amiga Ena la invite a reunirse con ella en Madrid.
Hay, pues, dos mundos en la novela, uno coactivo y pernicioso y otro vivificante y libre. El primero poblado por seres oscuros, de negro y el segundo por cabelleras rubias como la de Ena.
Nada” está estructurada en tres partes, las dos primeras tienen nueve capítulos y la tercera siete. Aunque el tiempo en la novela no es muy preciso podemos decir que la primera parte va de octubre a febrero; la segunda de marzo a junio y la tercera de julio a septiembre.
La primera parte se abre con la llegada de Andrea a Barcelona y su hospedaje en el siniestro piso de la calle Aribau y se cierra con la marcha de la tía Angustias a un convento. Con la salida de escena de Angustias, Andrea tiene una nueva sensación de libertad. Comienza la segunda parte y Andrea, después de haber tomado algunos licores en casa de Ena, sale a pasear sola por las calles del barrio gótico de la ciudad . Si en la primera parte la acción se centraba en el piso-prisión de la calle Aribau y en la extraña conducta de sus habitantes, ahora el eje narrativo se traslada al exterior de la vivienda: la Universidad, la calle, Ena, su novio, amigos y los jóvenes bohemios como Guíxols, Pons e Iturdiaga. Pero aunque esto es así las relaciones de su amiga Ena con su tío Román son el recurso novelesco de C. Laforet para relacionar la vida de Andrea dentro y fuera de la casa; de esta forma Andrea se da cuenta de que la vida de la casa de Aribau es solamente una exageración de la decadencia y degeneración que la rodean. Con esta perspectiva Andrea puede hacer frente a sus parientes y amigos. El final de esta segunda parte lo marca el primer baile fracasado de Andrea en la mansión burguesa de Pons.
La tercera parte se inicia con la conversación entre la madre de Ena y Andrea, y concluye con la marcha a Madrid. En esta última parte los universos antagónicos de Aribau y el exterior se mezclan, en el presente y en el pasado, a través de la relación de Román y Ena y, años atrás, con la madre de Ena. Andrea conocerá en esta parte, que el interés de Ena por Román tenía su fundamento en el deseo de descubrir el motivo de la fascinación de su madre por Román y, en cierto modo, por la búsqueda de venganza. Este hecho es también el desenlace de una subtrama pasional protagonizada por Román y Gloria, su cuñada, objeto de escarnio y deseo, pero también autora de dos denuncias, una como traidor a la causa republicana y otra como estraperlista, que destruyen a Román. Que muera degollado con la navaja de afeitar y no por un disparo de si pistola es significativo , como personaje negativo que es.
La desaparición del único ser de Aribau, que Andrea había considerado “maravilloso y único”, y con el que había simpatizado, vacía de contenido su permanencia en Barcelona y, por tanto, la prolongación del relato. Una carta de Ena invitándola a reunirse con ella en Madrid, cambia el rumbo de su vida y cierra una etapa de desilusión y de maduración.
Esta división de la novela en tres partes obedece a los tres estadios que atraviesa Andrea en la lucha para alcanzar la independencia, a saber: a) victoria sobre el primer obstáculo (Angustias), b) la superación de las nuevas pruebas (el hambre, la inhibición ante los malos tratos a Gloria, la falta de amistad de Ena) y c) el desencanto y la ruina de las ilusiones.
El espacio en “Nada” está dividido en dos : el espacio interior, sombrío y torvo de Aribau y el espacio exterior de las calles barcelonesas, con los espacios cerrados de la Universidad, de la casa de Ena y del estudio de la calle Montcada.
La atmósfera de Aribau representa la ruina económica y moral de una familia pequeño-burguesa de la inmediata postguerra y la escasa esperanza de futuro para sus miembros, ni siquiera para el hijo de Juan y Gloria, víctima de la degradación que le rodea, cuya insignificancia se refleja en su falta de nombre. Una mención especial merece el habitáculo de Román en la buhardilla del edificio, desde la cual como un “daimon” torvo observa y dirige el destino del piso primero: “¿Tú no te has dado cuenta de que yo os manejo a todos”, se jacta ante Andrea.
La casa de Aribau evoca la claustrofobia de algunos relatos de E. A. Poe, por ejemplo “La caída de la casa Ushar” o la Trushcross Grange de “Cumbres borrascosas” de Emily Brontë. La descripción de los interiores de Aribau está elaborada siguiendo la pauta de os relatos románticos. Román está perfilado como un malvado héroe romántico. No obstante, aunque la crítica ha señalado estas influencias, C. Laforet ha declarado que por entonces no había leído estas obras, ni visionado la película (“Cumbres borrascosas”) de W. Wyler, estrenada en España en 1942.
Como contrapunto a estas sombras ominosas de Aribau, tenemos los espacios exteriores luminosos y prometedores de la ciudad. La Barcelona que recorre Andrea, salvo la incursión nocturna por el Barrio Chino, es la Barcelona burguesa, la que supo sacar beneficio de la derrota reciente. Andrea excluye de su retina los suburbios y los barrios de chabolas.
En cuanto al estilo la crítica elogió en “Nada” el estilo sobrio y sencillo de su prosa, asociándolo a la juventud de la autora. Sin embargo conviene matizar el aserto anterior, ya que hay numerosas imágenes que muestran una deliberada voluntad de conseguir un efecto estético. Hay unas imágenes de índole impresionista para presentar la ciudad, sus calles, edificios, que deslumbran a Andrea; pero cuando se describe el interior de Aribau se recurre a técnicas expresionistas, de distorsión de la realidad. La estética del feísmo permite a la escritora construir una atmósfera asfixiante que simboliza el empobrecimiento de la familia y su degradación moral y su nula esperanza de futuro.
En contraste con estas imágenes monstruosas, oscuras y feas de Aribau, tenemos las imágenes del agua, frente a la suciedad, pesimismo y muerte; el agua representa la limpieza, la luz, el optimismo y la vida. El agua en la religión católica simboliza la purificación del pecado original y en la novela representa el bautismo hacia la nueva vida que no acaba de llegar. La ducha libera la culpa y la lluvia, junto a las altas rejas de la Universidad, regeneran la amistan entre Andrea y Ena.
Esta es , en resumen, la trayectoria del desarrollo de la personalidad de Andrea. La casa familiar es la decadencia moral, física y económica y Andrea siempre está tratando de escapar de su influencia. Cuando al fin consigue dejar la casa, llamada a Madrid por la familia de Ena, se siente liberada por completo de aquel ambiente, así dice en el último párrafo de la novela: “Antes de entrar en el auto alcé los ojos hacia la casa donde había vivido un año. Los primeros rayos del sol chocaban contra sus ventanas. Unos momentos después, la calle de Aribau y Barcelona entera quedaban detrás de mí”.
En cuanto al título “Nada”,, nada le ha sucedido a Andrea físicamente en un año, pero emocionalmente ha cambiado mucho, nada ha cambiado la cara de Andrea, pero sí su modo de pensar y reaccionar.
Miguel Delibes en su artículo “Una interpretación de “Nada” dice: “Nada” es pesimista, pero no desesperanzada y señala como principal mérito de la novela: “la experiencia de incorporar al lector a la creación(…) y continúa: es, quizá el primer chispazo de renovación formal ofrecido por la novela española.

miércoles, 3 de marzo de 2010

PRIMERA SESIÓN DEL CLUB DE LECTURA. ANÁLISIS DEL AMANTE DE LADY CHATTERLEY

Hoy día 3 de marzo nos reunimos en nuestra sede para poner en común  impresiones tras la lectura del primer libro propuesto, El amante de Lady Chatterley, de D.H Lawrence.
Puntuales, un nutrido grupo de socios y amigos, tomamos asiento alrededor de la mesa cargados de notas y ganas de contar nuestras ideas y escuchar las de los otros.
La sesión tuvo una duración de dos horas aproximadamente, tiempo en el cual charlamos largamente acerca de los variados e interesantes temas que propone el libro.
Reproducimos a continuación las reflexiones aportadas;
- Se comenta que el texto ha perdido vigencia. Lo encuentran amable, incluso inocente si lo extrapolamos a nuestra época.
- Algunos socios, autores de novela erótica, señalan el alto contenido sexual de la novela, y manifiestan, con humor, su incapacidad para alcanzar el mismo nivel.
- Llama la atención la prepotencia de la que hace gala Sir Clifford, el esposo de Connie, y el enorme cambio que experimenta a lo largo de la narración.
- Igualmente se comenta la amplia formación estética de las mujeres protagonistas. Connie y su hermana sorprenden por su adelantamiento a la época y su libertad.
- Se señala la excesiva caracterización que el autor hace de sus personajes, exceptuando el principal, la misma Lady Chatterley. Eso sí, de modo psicológico y en menor medida físico.
- Un socio nos llama la atención sobre el paralelismo que ha encontrado con la obra de Anais Nin. En particular con el Delta de Venus. Se comenta que la "pornografía" en esta obra de Lawrence se troca más bien en interés del autor por los instintos primitivos sobre el ser del personaje. Reivindicación de lo carnal y lo pasional por encima de lo intelectual y lo racional.
-Sobre Connie, la Lady Chatterley de Lawrence, se habló largo y tendido. Para algunas socias se trata de una mujer profundamente insatisfecha que busca realizarse. En principio a través de un hijo, pero se llega a la conclusión de que en cuanto encuentra el verdadero placer en brazos de Mellors, bien hubiese podido olvidar la idea de la concepción. El objetivo de llenar su vida ya estaba cumplido.
Para otros pasa de ser una mujer para la cual un hombre carece de interés si olvida los aspectos intelectuales que atañen al ser humano, a no hablar en absoluto ni buscar la conversación. Primero con su esposo y los amigos de éste, más tarde con su primer amante Michaelis y posteriormente con Mellors, a quién algún socio apunta que se pliega como una verdadera esclava, soportando sus iras y sus desprecios y doliéndose más tarde del hecho de que él no acepte del todo convencido la idea de la paternidad.
Se señala por otro lado la gran infelicidad que rápidamente embarga a la protagonista. A su abandono como hembra hay que unir el fracaso de su breve relación con el escritor Michaelis, con quién, sin embargo, parecía feliz, y la vaguedad de sus relaciones con el guardabosque. Más que la señora de Wragby se muestra como una mujer a la espera de un gesto cariñoso o una palabra amable, aceptando con resignación su suerte. Se apunta que podría ser posible que sus diferencias sociales le impidiesen comportarse del modo que el hombre conocía y resultaba habitual para  él, explicando así el extraño comportamiento de la mujer con su amante.
Se hace notar la diferencia que desde el principio el autor parece querer señalar entre los miembros del matrimonio. Se presenta a una lady algo rolliza y rústica, quizá no demasiado a la altura de su señorial esposo. Esto podría ser una causa más de sus problemas.
Connie comienza acatando su destino y plegándose a él para terminar solicitando abiertamente el divorcio con el objeto de convivir y dar a luz al hijo de un obrero.
Nadie la demoniza, La señora Bolton se muestra comprensiva, incluso su hermana y su padre, aunque dejan bien claras las diferencias de clases que incluso hacen dudar en algún momento a la protagonista.
- Alguno de nosotros ha señalado su incapacidad para terminar el libro. Se ha definido como verboso, excesivamente descriptivo y en definitiva han decidido abandonar su lectura.
Otros, en cambio, se han mostrado entusiasmados. Algunos en su segunda lectura tras años, con lo que han captado la esencia más en profundidad, y otros ante una primera lectura realmente satisfactoria.
- Un socio ha comentado que, de haber sido el autor, habría dibujado a Mellors de un modo más humano. Pero ha sido rebatido por quienes consideran que el guardabosque es, precisamente, el personaje más humano del libro. El que más ha sufrido y sufrirá en el final ante la situación a la que se ha visto abocado sin pretenderlo. Su retiro voluntario de la "vida humana en sociedad" se ha trastocado por completo con la llegada de Connie, la mujer que le hará sentir vivo de nuevo muy a su pesar.
- Se encuentra reseñable el retroceso incial en las relaciones que se establecen en la obra; Clifford y la señora Bolton pasan de una relación señor-criada a un enfermizo amor que convierte a Lord Chatterley en una especie de niño con cuerpo de hombre. Igualmente Connie comienza sus relaciones con unas reticencias que desembocan invariablemente en la consumación de las mismas.
- Resultó interesante el modo en que al autor habla por boca de una mujer y su capacidad para penetrar en la psique femenina. Algo que se ha visto en numerosas ocasiones a lo largo de la historia de la literatura en las grandes mujeres tales como Penélope en la Ilíada de Homero, Madame Bovary de Flaubert o Ana Ozores en La Regenta de Alas Clarín, por citar sólo a unas pocas.
- Mellors pone en nuestra boca la idea que tenía el autor de la influencia nada positiva que la mujer ejerce sobre el hombre. Lo observamos en las conversaciones que mantiene con Connie y en las que relata sus fracasadas experiencias anteriores, en particular el fracasado matrimonio con la mujer de la que habrá de divorciarse.
- Se llega a la conclusión de que, a pesar de habe sido considerada así en su época, en los primeros años del siglo XX, la obra no tiene nada de pornográfica y mucho de una sensualidad nacida directamente de las fuentes mismas de la vida.
- A través de las relaciones de Connie y Mellors, el autor hace una crítica contra la sociedad de su época, un mundo sin sntimientos, frío, invadido por la industrialización y la mecanización.
- Por último, se ha comentado el triste sabor de boca que nos deja el final. Se ha considerado pobre y poco satisfactorio, aunque con la carta de Mellors a Connie se aclaren los puntos fundamentales para el lector.
- Uno de los socios ha recomendado un libro de temática parecida: Las cerezas del Cementerio, del español Gabriel Miró. Narra los amores de un joven estudiante de ingeniería con una mujer madura casada infelizmente con un naviero inglés de fortuna. Encontramos aquí de nuevo un retrato de la anquilosada sociedad de principios del XX.

La primera sesión se ha cerrado dejándonos el mejor sabor de boca. Esperamos la llegada del próximo 7 de abril par repetir la experiencia con el segundo libro propuesto en nuestro club: Nada, de Carmen Laforet.
Os animamos a su lectura. Iremos dando puntual información sobre la obra y otras recomendaciones literarias y os emplazamos tras la Semana Santa en nuestra sede de la Calle Zoila nº 20, bajo.
Un saludo y gracias a todos por vuestra confianza y amistad.